La comedia, como la tragedia, tienen su origen en la antigua Grecia, imponiéndose como uno de los géneros artísticos más importantes. Ha ido acompañándonos a lo largo de la historia a través de diferentes estilos y formatos. Aristóteles lo describe como una composición en la que los hombres se muestran peores de lo que son, lo que desemboca en la burla de los espectadores. Ello, a su vez, permite la apertura de recursos, generando riqueza artística y entrañando una importante noción de libertad humana.
¿Qué nos hace reír? ¿Tiene límites el humor? ¿Cómo surge el teatro improvisado? A estas y otras cuestiones nos responde uno de los mayores generadores de risas de los que tenemos en la isla de Mallorca: Lorenzo Pons (Palma, 1978), fundador de la recién estrenada Sala Random.
Foto: Natalia Irisarri
Para los pocos que no hayan escuchado hablar de la sonora vertiente improvisada del teatro, “es una disciplina en la que se crea una magia colectiva y de cercanía. Hace años decía que era puenting teatral, pero hoy por hoy no lo denominaría así, no tiene ningún tipo de truco, es gente muy entrenada. La impro se puede aprender igual que a tocar la guitarra” explica Pons, que lleva dedicándose a este arte desde hace ya mas de diez años.
En 2012 abrieron las persianas de lo que sería un triunfo para las compañías teatrales improvisadas: la Sala Trampa. Este proyecto empezó a engendrarse en un local que la gente calificaba como underground. “No éramos undergrounds, éramos pobres” señala el actor. “Tu colocas en la pared lo poco que tienes para decorar, te iluminas mal y si alguien te dice que eres underground en vez de cutre, tu dices que sí, pero la realidad era que no teníamos dinero.”
En cuestión de poco tiempo, su reconocimiento fue exponencial. No había persona en Palma que no hubiera escuchado hablar de ese grupo de actores que se dedicaban a improvisar y hacer reír a carcajada limpia a todo aquel que se preciara a sentarse en aquel sótano “cutre”, pero con un encanto singular.
Sin embargo, al pisar el acelerador del éxito, tuvieron que cambiarse de local y evolucionar, “y cuando hicimos el cambio y pusimos un poco de luz y sonido en el nuevo sitio la gente nos criticó. Al final yo no necesito mármol para actuar pero soy actor, necesito un equipo de sonido, luces… lo otro es pobreza”. Y por fin encontraron el rincón perfecto para crear esa magia que esconde la risa, un local en calle Caro que “nos hizo subir la media, problemas que hubo se convirtieron en virtudes, como por ejemplo tener que hacer esperar a la gente fuera porque no teníamos dos espacios. Eso creaba mucha cola, que a su vez hacía que la gente se preguntara qué era lo que estaba pasando ahí. Y acababan viniendo no a través del boca a boca, sino para descubrir qué pasaba.”
Actores de la Sala Random. Foto: Natalia Irisarri
El humor, una característica intrínseca al ser humano, y que, como cualquier otro tema, puede ser cuestionado para todo aquel que quiera sacarle punta al asunto. ¿Deberíamos ponerle límites? “El humor no tiene límites. Lo que tiene límites es el respeto”, sentencia Pons. “El tema no es si se puede hacer bromas sobre el machismo o sobre el feminismo, el problema es qué buscas con esa broma. Si lo que intentas es dejar mal a la persona que está ejerciendo un abuso sobre alguien, de alguna manera u otra, eso es humor, y eso se ha hecho de toda la vida. Es muy distinto a aprovecharse del colectivo débil para reírse de él. Pero cuando yo hago humor tengo que hablar sobre las situaciones que pasan. A lo mejor estoy haciendo de cuñado machista recalcitrante y tengo que hacerlo, pero lo que estoy es dejando mal a esa persona.”
Torrente es el claro ejemplo de lo que crea un director de cine caricaturizando un tipo que existe dentro del imaginario español. “Y la gente lo entendió mal, entendió que se congraciaba de esa figura. Pero eso es culpa de la gente, yo no me tengo que preocupar, hablando en plata, de si cierto sector del público es tonto del culo.”
Por que, definitivamente, existe una fina línea entre prohibir cierto humor, y prohibir las opiniones, “una línea peligrosa. Cuando le quieres poner una pena a una persona por haber dicho una burrada, no se diferencia tanto con el acto de un talibán que entra en una revista francesa a pegar tiros. Obviamente sí hay mucha diferencia, pero no tanto desde la parte filosófica, desde la base y el fondo. Queremos ser talibanes de otra manera. Queremos articular leyes para no tener que hacerlo de otra manera.”
La libertad, tan necesaria para la expresión, para el desarrollo, para la vida. Y para llevarla a cabo con total destreza, necesitamos de herramientas que, por ejemplo, nos brinda el aprendizaje de la improvisación. “La impro con el tiempo te va a dar más escucha, es trabajo en equipo, es lo más mindfulness que existe. Yo no puedo improvisar de verdad si no estoy aquí y ahora, porque cada cosa que tú me digas y me hagas es importante para la historia que estamos contando. Pere Pau siempre dice que "la impro podría salvar el mundo, pero que no será él quien lo salve.” Porque, ¿qué es la vida, sino más que improvisar?
El humor está en nuestra genética, no deja de ser lo más antiguo del mundo, ¿y qué es aquello que tanto nos hace reír? “Alguien perdiendo la dignidad. Cuando te caes, si no te has hecho daño, pierdes la dignidad. Es muy clown, una persona perdiendo la dignidad sin querer perderla. Hay un capítulo de los Simpsons que lo explica muy bien, cuando el actor secundario Bob se presenta en un casting con su hermano, que quiere ser payaso, este se tira una tarta a la cara aposta y el otro le mira como diciendo “bah”, y entonces a Bob le pegan un tartazo sin que el quiera, con sus modales de duque inglés, y todo el mundo se parte. Y de eso va el tema, si tu te quieres tirar la tarta a la cara no hace gracia.”
Podríamos formular el humor como una suma de tragedia y tiempo. “La tragedia hiperboldada es humor”. Pero, ¿existe un humor común, compartido, o cambia según la cultura y el tiempo? Pons afirma que sí, que hay un humor transversal en todas las culturas. La risa, señala, es un mecanismo de defensa que muchas veces hace destacar al débil, “si no eres el mejor cazando, pues a lo mejor luego puedes hacer reír”. Y es que alguien tenía que ser el encargado de quitarle un poco de hierro a los vaivenes de la jornada durante las noches de cena junto al fuego crepitante.
Y si le damos al play y continuamos con la reproducción a lo largo de la historia hasta llegar a la actualidad, cambiamos la caza y los desafíos de la época de las cavernas por la jungla de la ciudad y sus múltiples amenazas, para las que el humor desempeña, sin duda, un papel fundamental.
I. Blokker
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